jueves, 16 de octubre de 2014

Leyenda Fuente del valle Posaga

Erase una vez en el valle Posaga una hermosa muchacha,  como arrancada del sol, con ojos negros como las moras y rostro blanco como la espuma lechosa. Era hija de un pastor y solía vigilar el rebaño de ovejas de su padre mientras subía el valle. 

Vivía en aquel tiempo, cerca de esos lugares un chico pastor, alto y bravo. Los dos  jóvenes se enamoraron enseguida y ¡Dios mio, que bien se veían juntos!

traje regional de la zona Posaga


Sin embargo, parece que en el libro de sus destinos estaba escrito de otra forma. El padre de la chica, un hombre viejo y avaro, no quiso escuchar el deseo de los enamorados y echó de casa al muchacho debido a que el chico no tenia ninguna fortuna para ofrecerle una vida a su hija. 

El pastor se fue y anduvo errante por el mundo  sin que nadie supiera que penas llevaba. Después de unos años, cuando volvió con su propio rebaño de ovejas, descubrió que su querida amada había muerto. La había matado la añoranza y se había secado como se seca la flor sin el rocío que le da vida. 

En la cabecera de la tumba había crecido un bonito árbol. El pastor  hizo un silbato de la madera del árbol y empezó a tocar por la noche en el cementerio canciones tan tristes que se te rompía el corazón. 

Al final no pudo aguantar más el dolor que le invadía el pecho atormentado por tanta tristeza y se petrificó, volviéndose de piedra que incluso hoy en día llora derramando lagrimas en memoria de su amada perdida. Desde esa piedra salen lágrimas bajo la forma de un hilo de agua rápida y cristalina, la fuente Valle Posaga.