miércoles, 13 de marzo de 2013

¡Tres, Señor, los tres!



- poema escrito por George Cosbuc en 1891


Tenía tres hijos
Y se fueron todos a la vez
En el campamento, ¡pobre padre!
Qué miedo tenía, qué emociones
Pensando que la guerra es difícil
No tienes tiempo para sentir que mueres.

Pasaron meses tras meses
Y todo el mundo recibió la noticia
Que la bandera turca ha perdido
Y orgullosos como los pavos
Los rumanos acabaron con la guerra
Porque lucharon como locos.

Escribía en el periódico
Que se ordenó que vuelven a casa
Todos los que se fueron el verano pasado.
Y poco a poco regresaban en el pueblo
Ayer y hoy uno por uno
De los que se han ido.

¡Sus hijos tardaban! Llorando
Con ganas de volver a verlos
Se queda todo el día en el umbral, saliendo a la calle
Para medir el horizonte con los ojos
Pero no venían! Y desde un tiempo
Gemía, al tener un mal pensamiento.

La esperanza se hacía débil,
Mientras crecía el frio pensamiento.
Preguntó a todos y a cada uno
Pero nadie le decía nada.
Va entonces al cuartel
Para ver lo qué pasaba.

Un hombre sale al umbral.
-"¿Qué hace mi Radu?", pregunta
Quiere saber primero sobre Radu
Que es su preferido.
-"¡Está muerto! Cayó en Plevna
¡En la primera fila!"

Oh, pobre hombre! Desde hace mucho sentía
Que Radu ya no está en este mundo
Pero hoy, que seguro lo sabía
Se sentía mareado y no se lo creía.
 ¡Que muera Radu! Esto
Para entender no lo podía.

Te maldigo, a ti, brazo enemigo!
-"Pero nuestro George, ¿como está?"
-"Debajo de la tierra, tío, y bajo la cruz santa,
Golpeado en el pecho por una cimitarra!"
-"¿Y pobre Mircea?-"Muerto él también,
En los valles de Smardan."

No dijo nada más;
Con la frente en el pecho, como una estatua,
Como un Cristo clavado
Mantenía los ojos en el suelo,
Parecía que  veía delante
Tres muertos en una tumba.

Con el paso débil, con los ojos borrachos
Se fue, gimiendo fuera
Y cayendo en la escalera
Llamaba al nombre a sus chicos
Y se rendía, el pobre
Con la mano en la pared.

No sentía si estaba muerto o vivo
No tenía poderes para sentir
Tenía que descansar
Y en una piedra del camino, bajo una valla
Se puso, enterrando en sus palmas
Su flaca mejilla.


Se quedo allí sentado, perdido y lejano.
Era mediodía y en pleno verano
Y el sol se hizo más pequeño
Y al final desapareció.
El pobre hombre seguía allí
Como un muerto, tal como se puso.

Pasaban hombres, pasaban mujeres
Y sonaban carros en la calle.
Desfilaban los soldados
Y entonces levantó la cabeza y los miró
Llevó los puños a sus templos:
"¡Tres, Señor, los tres!  "



8 comentarios:

  1. muy bien logrado ,lo compartire, digno de ser premiado.-

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    1. Me alegro mucho que te haya gustado. Por desgracia la literatura rumana antigua no llego a ser internacional, por eso el objetivo de este proyecto es hacerla conocida en todo el mundo. Gracias por dedicarnos un poco de tu tiempo y te esperamos mas por este rincon!

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  2. Terrible situación. La pérdida de un sólo hijo ya lo es, ¡con cuanta más razón cuando se trata de tres!
    Saludos.

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    1. Gracias por visitarnos, Sra. Pilar. El poema presenta el dolor de tantos padres que perdieron a sus hijos en la guerra... Creo que es lo mas duro del mundo ver morir a tus hijos y quedarte solo en la vejez.
      Un cordial saludo!

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  3. La guerra es lamentable y dolorosa pues como nos dice tu poema, aunque se gane,siempre se pierden vidas humanas. Un saludo.

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    1. Por desgracia así es. Pero somos culpables por todo lo que pasa en el mundo. Gracias por pasarte por aqui, Teresa. Abrazos.

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