- escrito por Ion Creanga.
Erase una vez cuando fue, que si
no hubiera sido, no hubiera ocurrido. Nosotros no vivimos desde que aparecieron
los cuentos, desde que se ensillaba la pulga con noventa y nueve ocas de hierro
en un pie y aún no le parecía pesado.
Había un hombre casado y ese
hombre vivía junto a su suegra. Su esposa, que tenía un bebe, era un poco
estúpida; pero su madre tampoco es que fuera muy lista.
Un día, nuestro hombre se fue
para hacer sus cosas fuera de casa, como cada hombre. Mientras tanto, su mujer,
después de bañar al niño, lo vistió y le dió pecho, lo puso en la cama al lado
de la estufa, ya que era invierno; luego lo acunó y le dijo cositas lindas
hasta que se quedó dormido. Una vez que se hubo dormido, la mujer se puso pensativa
y empezó a llorar con todas sus fuerzas:
-¡Ay, mi bebé, mi bebé!
Su madre, que estaba detrás del
horno, asustada tiro el carrete de hilo y empujo la rueca que tenía delante,
yendo para ver que sucedía.
-¿Qué te pasa, mi querida?¿ qué
ocurre?
- ¡Mama, mama!¡Mi niño va a
morir!
-¿Cuándo y cómo?
- Mira cómo. ¿Ves ese cubo de sal
que hay en el cuerno?
-Lo veo. ¿Y?
- ¡Si sube el gato allá, lo
tirará justo en la cabeza del bebé y me lo matará!
-¡Dios mío, es verdad, hija, se
nota que se le acabaron los días al pequeño!
Y mirando al cubo de sal, con las
manos cruzadas. como si alguien las hubiera atado, empezaron a lamentarse las
dos, como locas; tanto, que vibraba la casa. Mientras lloraban, tal como le
cuento, aparece el padre del niño por la puerta, hambriento y preocupado.
-¿Pero qué os pasa?¿ Qué os
ocurre, locas?
Entonces ellas, parando de
llorar, se limpiaron la cara de tantas lagrimas y le contaron con dolor sobre
el evento no ocurrido...
El hombre, después de
escucharles, dijo con asombro:
-¡Bre! muchos estúpidos vi en mi
vida, pero como vosotras, ¡ninguno!¡Meee... voy a recorrer el mundo! Y si
encuentro estúpidos más graves que vosotras, vuelvo; si no, no
Diciendo eso, suspiró con
dificultad, salió de casa sin despedirse y se fue enfadado. Caminó perdido, sin
saber adónde; después de un tiempo, parándose en un sitio, vio algo que nunca
más vio anteriormente: un hombre llevaba un cesto vacío ante el sol, luego
rápido lo cogía y entraba con él en una choza; luego salía de nuevo, lo ponía
ante el sol y así sucesivamente.
Nuestro viajero, desconcertado,
se paró y le dijo:
-¡Buenos días, hombre!
-¡Gracias, amigo!
- ¿Pero qué estás haciendo?
- Pues mira, me esfuerzo desde
hace dos, tres días a llevar el sol en la choza, para tener luz y no lo
consigo...
-¡Bre! ¡Qué trabajo!- dijo el
viajero.- ¿Por si acaso, no tienes una hacha?
-¡Si que tengo!
-Cógela del mango, abre un hueco
aquí- dijo señalando una porción del entablado de la casa.- y el sol entrará
solo...
Enseguida se puso a hacer eso y
la luz del sol entró en su choza.
- ¡Gran milagro, hombre bueno! Si
no te hubiera traído Dios aquí.... hubiera envejecido llevando el sol con el cesto.
" Otro estúpido ", dijo
el viajero para sí; continuó su camino.
Yendo todo recto, después de un
tiempo, llegó a un pueblo y, por casualidad, paró en la casa de un hombre. Ese
hombre se construyó un carro y lo montó
en casa; y ahora, queriendo sacarlo fuera, empujaba con toda su fuerza, pero el
carro no salía. ¿Saben por qué? Pues miren: las puertas eran más estrechas que
el carro. El hombre quería ahora cortar la puerta, para sacar el carro.
Afortunadamente el viajero le enseño a desplegarlo en todas sus partes,
sacarlas una por una y montarlo de nuevo fuera.
- ¡Muchas gracias, hombre bueno!-
dijo aquel- ¡menos mal que me enseñó!¡Mire usted!¡Estuve a punto de destruir la
casa por culpa del carro...!
Desde aquí, nuestro viajero,
contando otro estúpido, se fue hacia adelante, hasta que llegó de nuevo a una casa.
Allá, ¿qué va a ver? Un hombre, con la horca en la mano, quería tirar unas
nueces en el ático.
" Cada vez más me encuentro
con estúpidos", pensó el viajero.
- ¿ Por qué te esfuerzas tanto?
- Mira, quiero tirar unas nueces
en el ático y esta horca, una maldición, no me vale para nada...
- En vano te esfuerzas, hombre!
Puedes maldecir cuanto quieres, la horca no tiene ni idea como hacer eso.
¿Tienes un cesto?
- ¡Cómo no voy a tener!
- Pon las nueces en él, llévalo
sobre el hombro y súbelo como debe al ático; ¡la horca es para pajas y heno, no
para nueces!
El hombre le hizo caso y el
trabajo se hizo enseguida.
El viajero no se quedo más sino que
se fue, añadiendo otro estúpido a su cuenta particular.
Desde aquí se fue más lejos,
hasta que llegó a ver otro disparate. Un hombre ato la vaca con una cuerda y
subiéndose en un granero, donde tenía tirado un poco de heno, tiraba de la
cuerda con todas sus fuerzas para que suba la vaca. La vaca lloraba y él no
podía más...
- ¡Hombre! ¿pero, qué estás
haciendo? dijo el viajero persignándose.
- ¿Cómo que qué hago?¿ Pero no lo
ves?
- ¡Sí que veo, pero no entiendo!
- Mira, tengo a la vaca con
hambre y no quiere de ninguna manera venir a por mí aquí arriba, en este
granero, para comer heno...
-¡Espera, cristiano, que vas a
colgar la vaca! ¡ Coge el heno y bájalo para dáselo a la vaca!
- ¿Pero no se va a perder?...
- ¡No seas caro con el salvado y
barato con la harina!
Entonces el hombre le escuchó y
la vaca sobrevivió.
- ¡Bien me enseñaste, hombre! ¡
Por casi nada, estaba a punto de ahogar a mi vaca!
Así, nuestro viajero, pensando en
esta tontería, se dijo a sí mismo: " El gato sí que hubiera podido tirar
el cubo de sal desde la chimenea; pero llevar el sol en casa con un cesto,
tirar nueces en el ático con la horca y subir la vaca en el granero, al heno,
¡esto sí que es imposible!
Entonces el viajero volvió a su
casa y vivió al lado de los suyos, a quienes considero con más espíritu que a
los que había visto en su viaje.
Y me monte en una silla de
montar, y os dije la historia.
Y me monte en una rueda, y os la
dije toda.
Y me monte en una fresa, y os
conté, amigos, ¡una gran mentira!
Me ha recordado a Shidartra ;)
ResponderEliminarGracias, Lourdes por tu visita. Tienes razón, decía Buda: "En un viaje, el hombre debería viajar con un acompañante que tiene sabiduría igual o superior; sin embargo, si eso no es posible, seria mejor viajar solo que con un necio."
Eliminarun abrazo!
La estupidez humana es la ostia!
ResponderEliminarMe ha encantado,lo bueno que el hombre volvió con su familia!
Un saludo
Pues si, se fue pensando que su familia esta mal de la cabeza y se dio cuenta que en realidad la estupidez no tiene limite, que hay personas peores.
EliminarGracias, amiga! Un abrazo.
Aunque se trata de una pieza literaria de muy buena factura, también, se debe considerar su carácter didáctico y filosófico. Me agradó mucho. Gracias por la muestra. Nuestros saludos desde los Llanos de Cojedes
ResponderEliminarMuchas gracias por su visita. Este cuento es uno de los mas conocidos en Rumania, nos lo enseña en la escuela. Cordiales saludos!
EliminarEste o placere imensa sa pot reciti din nou aceste povesti si sa i le pot citi si baietelui eu.Felicitari si tineti-o tot asa
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